viernes, 18 de octubre de 2013

Los problemas cambian y hay que cambiar los remedios.


Cierto derviche pasó muchos años perfeccionando un remedio para la enfermedad de un hombre que era rico.
Estaba tan excitado por el éxito de la preparación que se puso en camino para llevarle la medicina al paciente sin consultar a su maestro Sufi, y saber si las circunstancias habían cambiado. En el camino, sin embargo, se encontró con otro hombre en el caravanserai, y le comunicó la formula y los efectos maravillosos de su descubrimiento.
Tan pronto como se durmió esa noche, el villano robó la medicina, sustituyéndola por un jugo azucarado de granada, y se marchó apresuradamente para curar al hombre enfermo, esperando obtener una recompensa.
El villano dio una porción de la medicina al hombre rico, pero éste empeoró inmediatamente. Y el ladrón salio a escondidas, convencido de que el derviche estaba loco y que su remedio era inútil. Y así, incluso se sintió aliviado al no haber sido descubierto, y que los servidores del paciente no le hubiesen apaleado como charlatán.
Cuando el derviche llegó a la cabecera del paciente y le dio el jugo de granada se curó con un sorbo.
 
 

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